domingo, 23 de agosto de 2009

ROBERTO

Roberto era ante todo un tipo guapo y buen conversador, de tez morena, con ojos oscuros, de un metro ochenta de estatura y un porte atlético, siempre llevaba ropa ajustada y su cabello ensortijado le daba un aire desenfadado. Él era un buen amigo, sin embargo todos en el barrio le teníamos envidia, porque si salíamos juntos se llevaba a las tías de calle; muchas veces quedábamos la pandilla a la espalda de él, para que nos pisara las futuras conquistas.

Fuimos creciendo y Roberto seguía igual como el típico chico de la costa en constante búsqueda de chicas, rompiendo corazones y siempre con la mejor chica. A él en verano no le gustaba tener novia fija pues decía que en esta época del año la caza abundaba y el tenia buen rifle, pero con la llegada de los primeros fríos del invierno, le gustaba tener una novia fija, porque según decía: __” No hay nada que de mas calor que el abrigo de una piel natural ó No?”


Desde que era un chaval se podía predecir que mi amigo era un tipo machito, de aquellos que estaban de moda en los principios de los ochenta. Se fue a la mili de voluntario, mientras los demás buscamos millones de excusas para quedarnos en casa, él como por arte de magia tenia una mili excelente! Siendo conductor de un comandante e incluso se beneficiaba a la mujer de este, cuando el susodicho se ausentaba por maniobras militares, entonces Roberto se instalaba en la casa del comandante y engrasaba su rifle con la mujer del oficial, mientras nosotros teníamos una mili de guardia en garita, y pocos permisos, ¡una puta mili!

Con el paso de los años, todos sus amigos fuimos cayendo en las redes de lo que llamamos matrimonio, esa unión anti natura que muchos padecemos en mayor o peor fatalidad. Él seguía siendo nuestro héroe, siempre soltero, siempre con una historia que contar y todos nosotros embobados, escuchando como se ligo una sueca en la disco o una holandesa en la playa o el día que un travesti lo persiguió y tuvo que entrar a una iglesia y quedarse escondido por espacio de media hora en un confesionario para despístalo.


Nuestras mujeres lo odiaban, siempre nos decían que era un mal ejemplo y un símbolo machista de un hombre que se debería extinguir, pero para nosotros era como Spiderman y Conan el Bárbaro en una misma persona, era como la reencarnación de Apolo.


Él tenia sus reglas, una que siempre nos gritaba ya sabéis: __“En el trabajo nada de líos de faldas”__ y si la botella de Jack Daniels estaba ya entrando en reserva gritaba: __ “Donde tengáis la olla, no metáis la polla!”__ Entre las risas de todos nosotros.

Su apartamento era el sueño de cualquier hombre, una gran cama redonda, todo rodeado de espejos "cosa que después de hacer el amor entre tantos espejos y viéndonos el culo peludo en todos ellos, no se le ve la gracia”. Tenia una enorme televisión para poder ver los partidos de futbol y un mini bar con todas las cervezas y whisky que os podáis imaginar y lo más asombroso era ese museo que él tenia en una habitación, no eran cuadros, ni eran esculturas, eran bragas de todos los colores y formas, las había negras sensuales, rojas pasión, blancas dulces , rosas suaves y amarillas de fuego, de todos los tamaños pero predominaban las diminutas, habían muchas con encajes e incluso con pedrerías, por que los tangas, ahora tan de moda estarían solo en Brasil; a esté museo nosotros le llamábamos el “Conejo Desnudo”.


Un día en el trabajo donde éramos compañeros, entro una chica nueva, Lola, ella era bajita y rechoncha, su pelo era de color café, largo y muy rizado, de ojos oscuros y siempre vestía con ropa dos tallas más de la que necesitaba, para que nada se le ajustara y mostrara su figura. No supimos como nuestro playboy de barrio se fue enamorando de ella.

La Lola no era una chica lo que se dice de bandera y además era un poco tímida, en el trabajo como siempre todos teníamos motes, que si el tirantes uno que se parecía a Fraga, el olímpico que le colgaba del cuello una gran medallón heredada de su abuelo paterno, y a Lola le pusimos la peonza. Pero mi amigo solo tenia ojo para ella yo le advertía: __” Roberto te estas enamorando!”__, a lo que él me contestaba: __” Sólo quiero ser amable con la chica nueva”.




Una noche en mi casa, contando que había fallecido un primo segundo de mi padre, conseguí escaparme del férreo marcaje de mi esposa, para salir con mis amigos a echar una canita al aire; en el coche, me cambie la ropa negra que llevaba por una camiseta de flores y un pantalón blanco a la ultima moda, quedamos todos los amigos de siempre y al final sólo estábamos Roberto y yo, los demás entre que “me duele una muela” y “creía que era el próximo sábado”, no llegaron. Roberto y yo sabíamos que lo que sucedía era que nos los habían dejado salir.

Nos quedamos en la barra y mientras nos tomábamos unas cervezas me percate que las chicas le hacían ojitos a Roberto, pero el gran seductor estaba como ausente, yo le decía: __” Mira Roberto aquella tía, no te pierde de vista”, pero parecía como si fuera otra persona, se veía como en estado de trance, como si le hubieran hipnotizado; al cabo de dos horas de un profundo aburrimiento nos fuimos a casa, yo maldiciendo mi suerte, por un día que salgo y a las tres en casa.


El lunes siguiente vi como Roberto caía en las redes de Lola, él le había pedido a ella quedar para cenar y ella acepto, inmediatamente, él esbozó esa media sonrisa que tenemos todos cuando estamos enamorados.

Sin más, una cena, otra cita, una salida al cine, un paseo por el parque y Lola lo atrapo. Roberto me contó que ella era la mujer de su vida, que estaba enamorado y que le había expresado sus sentimientos a ella y que ella lloro y no le respondió nada. Él se hizo un mar de dudas por el silencio de Lola, hasta que días después una amiga en común le dijo a él, que sí, que ella lo amaba.

Roberto nos invito a cenar, eso si, esta vez con nuestras mujeres, ellas estaban felices, es como si las gallinas ven al pobre lobo colgado por las piernas traseras, todas felicitaron a Lola y le advertían del peligro de nuestro amigo.

Roberto después de muchas cenas con algún que otro beso, quiso pasar al ataque, su cuerpo acostumbrado a mucho ejercicio llevaba dos meses de total abstinencia, su mano quiso tocar un pecho de Lola y ella lo rechazo y empezó a llorar, él se quedo de piedra, al cabo de unos minutos le pregunto: __” ¿Te he molestado?__, ella, entre lloros le decía que en su infancia y juventud había estado en una organización cristiana y que quería llegar pura al matrimonio. Roberto no sabia si llorar o reír, él que siempre decía a las chicas: __” La virginidad es un cáncer, vacúnate! ”__ Y ahora se encontraba con su horma.

Roberto le dijo que la respetaría, que él la amaba. Pero su cuerpo no podía soportar eso, así que el sexo en solitario fue como en los viejos tiempos de las primeras portadas de Interviú. Él se compro un video y era el mejor cliente del videoclub, esperaba que no hubiera mujeres ni niños y se acercaba a la última estantería y leía los títulos:”La ultima corrida”, “La virgen Desvirgada”, “El Deseo”… y él, elegía una con mucho disimulo y volvía a su apartamento, ponía en el video la película y comenzaba su faena diaria.

Hasta que llego el día de la boda y él no podía evitar una terrible excitación, incluso en la iglesia debía de controlar sus emociones, que no le sucediera que el pantalón se le viera abultando. Entre tantos besos y abrazos, nuestro amigo seguía más y mas excitado, no veía el momento de llegar a la suite nupcial del hotel.
El banquete fue un suplicio para él pues Lola estaba radiante y su vestido con escote palabra de honor, le mostraba, unos pechos que quería devorar, él nos miraba como suplicándonos que nos fuéramos, pero lejos de ello nosotros no teníamos prisa, eran la siete de la madrugada y entre risas y consejos nos fuimos despidiendo.


Roberto quiso tocarle los pechos en el ascensor y ella le rogo que tuviera paciencia, que pronto estarían el la habitación al llegar ella se fue al armario y descolgó de una percha un camisón transparente y unas braguitas a juego, Roberto no podía mas y se quiso abalanzar sobre ella pero Lola le pidió que esperara que se cambiaria y que seria para él.


Roberto se desnudo en un instante, batiendo todas las marcas mundiales hasta entonces y se sentó en la cama esperando, los segundos le parecían años y los minutos siglos pero a la media hora ella salió por fin, resplandeciente, toda de blanco y él se levanto y ella al verle en su total desnudez se le escapo un pequeño grito, el la cogió entre sus brazos y con toda la dulzura del mundo la empezó a desnudar y hacerle el amor una y otra vez hasta que la fuerza de la gravedad causó efecto y como sabemos, todo lo que sube baja; él se quedó observándola y vio que ella lloraba, le pregunto: __” Te hice daño?” ella negaba con su cabeza, mientras seguía llorando, él le espeto: __” ¿No te gusto?, ¿No te gusto?”__ Ella volvió su mirada buscando los ojos de él y con una voz que salía de lo más profundo de su ser dijo: __ “Esto que hemos hecho no puede haber Dios que lo prohíba” __ Y lloró por todos esos años en los que no había probado el néctar del amor।

Manuel*