viernes, 17 de septiembre de 2010

GOLF EN OTOÑO

Después de un día de trabajo y de hacer una gran venta a Cristóbal, quien a parte de ser un buen cliente, es mi amigo, nos llegó la hora del cierre y le propuse ir a almorzar, a nosotros se nos unieron Carlos y Juan Miguel, amigos de Cristóbal que en ese momento se encontraban allí. En el restaurante, entre bocado y bocado, chistes y anécdotas, la conversación desembocó en el tema del golf, del cual lo único que yo sabia era que Severiano Ballesteros un cántabro, estaba ganando torneos en Estados Unidos e Inglaterra, donde ya le llamaban “Sevy” por aquello de hacer suyo todo lo que es bueno; de eso hace más o menos unos 20 años.
En la sobremesa con una copa de pacharán en la mano, alguien propuso ir a jugar al golf, a lo que no se si por la copa o porque dije que si.
Era otoño en un mes de octubre, el campo de golf estaba verde por que hacia días que estaba lloviendo mucho, pero ese día era especialmente nublado, aun que a mi me gustan los días nublados, tal vez por que yo naci en noviembre. En el campo de golf comenzó la acción, yo me creía que aquello seria ir andando de un lado a otro, pegar palazos, ver como rodaba la bola pero no, para jugar al golf debes tener una serie de requisitos, que desde luego yo no cumplía.
Cristóbal y sus amigos me llevaron a un lugar de práctica que es como un callejón grande y largo, donde a uno le indican entre otras cosas, la distancia y a donde mandar la bola. Ellos empezaron primero y sus bolas volaban majestuosa, mientras yo veía que aparentemente era fácil, que la bola podría mandarla lejos, mas que ellos quizás; así que cogí el palo o el driver como ellos lo llamaban, empecé a golpear la pelotita, y pensaba ó es mas chica de lo que creo ó pesa mucho esa pelota, pues a veces no le daba y cuando lograba hacerlo se movía escasos metros; ante la carcajadas de los presentes, me veía observado por todos mis amigos y todos los que estaban en el campo de practica, yo me sentía que era el centro de las miradas, y las risas, hasta que desistí y le devolví el palo maldito a mi amigo Cristóbal.
Ellos siguieron con el golpeo y yo muriéndome por dentro pues no soy de perder fácil, les observaba hasta que se cansaron de golpear; mirándome me decían vámonos Ballesteros, en tono irónico desde luego, ya nos íbamos para los coches, yo con la cabeza gacha, jodido, cuando uno de ellos propuso: __“ haber vamos al green de practica”_, yo no tenia zorra idea de lo que era eso, pero bueno, camine con ellos hacia el tal green y bueno, eso es el trozo de hierba grande con el boquetito y su banderita blanca donde hay que meter la dichosa pelotica.
Ahora ellos querían apostarse una comida, haber quien era el que pagaba, quien en menos golpes metiera la pelota en el boquete, tendría cena gratis, ellos a mi ni me miraban, tal vez por lastima, pero yo no se porque razón dije: __“ venga! yo juego!!”__ ante la cara de sorpresa de ellos, enfatice: __ “ eso si! yo juego de ultimo”__ a lo que ninguno se opuso. Empezó Carlos, ese tío la metió de tres golpes, mi amigo Cristóbal lo hizo luego de cuatro y el otro amigo de él, Juan Miguel lo hizo también en cuatro intentos, comencé mi turno y la fuerza que me falto para levantarla antes me sobro ahora, la bola corría por la hierba sin parar, ante la cara de felicidad de ellos, la pelota fue a caer a un socavón lleno de arena que ellos llamaban bunker; yo me quería morir encima de hacer el ridículo, “me costara una comida con estos” me decía a mismo, y me repetía en mis adentros que no era mas tonto porque no había nacido antes.
Ellos se reían y me decían: __ “ ya esta Manuel! no tires, has perdido ante de lanzar, para que vas a tirar de nuevo, si ya has perdido”__ todo acompañado de carcajadas, sin embargo respondí que no quería desistir, fui hacia la arena, metí mis zapatos en ella y me dispuse a golpear ante la mirada divertidas de ellos y golpee y realmente no se como la bola salió despedida y rodo por la hierba y al ver boquete la pelota cayo dentro, como por arte de magia a la vez que yo caía de rodillas en la arena, llamándome a mi mismo soy Manuel Ballesteros, ante la cara de tontos que tenia Cristóbal y sus amigos y así fui el campeón más efímero de golf pues ese mismo día me retire.

MANUEL

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